Lanús: Ciudad Fantasma. Capitulo 1

Lanús: Ciudad Fantasma.

Capitulo 1: Una historia de mil.

Esto ocurrió; cuando la gente se canso de volver en el 37 en condiciones infrahumanas, se canso de llegar a su casa con el rayo de sol en la frente y de gastar 20$ para entrar a un boliche de medio pelo.
La situación en la Ciudad Capital no era buena, hace no mucho habría ocurrido un accidente que obligo a los porteños a buscar refugio en la nocturnidad del conurbano. Entre estas localidades se encontraba Lanús.
Lanús tenía algunos lugares frecuentables en donde muchos buscaron refugio y otros tantos comenzaron a vivir la noche.
Jorgito era un pibe de barrio, jugaba al fútbol los jueves y los domingos a la tarde, sus amigos le decían “alfajor” y debes en cuando lo cargaban por su forma de hablar, pero más allá de su necesaria visita a un fonoaudiologo, era un chico normal. Vivía en Lanús, ni muy cerca ni muy lejos de la estación y honestamente, no le gustaba salir. Muchas hipótesis avenían a esto; la mas común y probable, era que, no quería ir a bailar por miedo a tener que hablarle a una chica y que esta lo rebote por su gangoseo, seseo, etc. Los amigos de Jorgito empezaban a salir, por ende a presionar a su amigo a que los acompañara. El joven se resistía con total seguridad a tal vergonzoso hecho. Hasta que un día, lo convencieron, y lo llevaron a un conocido boliche local, al que concurría mucha gente, por lo antes mencionado.
Jorgito entro, y sintió instantáneamente el desprecio en los ojos ajenos; el mismo se excluía, o no. Pasaron varias horas, tragos obligados, chamullos fallidos de sus amigos, hasta que el joven visualizó a una chica morena de ojos claros, que bailaba estrafalariamente a unos pasos de él. Penso y penso y llego a una conclusión, debía levantársela sin hablar. Fue, le tomo la mano y empezó a bailar, bailo un rato y puso las manos de la joven en sus hombros, de apoco, lentamente, se fue acercando y le dio un beso, Jorgito fue feliz. De pronto unos señores pasaron corriendo, mientras llevaban a alguien sujetado del cuello, hacia el exterior, atropellando a cualquiera que se le cruzara. Jorgito no quería que golpearan a la muchacha, entonces sin darse cuenta le grito: “¡Cuidado!”… Sin darse cuenta, de otra manera nunca lo hubiera hecho. En ese momento la chica que lo acompañaba, puso cara de repugnancia y le dijo: “uy que asco, ¡sos gangoso!”. Jorgito no era de llorar, pero lloro, lloro y se fue a su casa, tal si fuera un niño pequeño.
Desde ese día juro no ir nunca más a bailar. A la mañana siguiente, por televisión, la mamá de Jorgito observó un tumulto de gente destrozando el boliche al que su hijo habría ido a bailar la noche anterior. Entonces lo llamo y le comento lo que pasaba… Jorgito sonrió.
Hubo un día en el que la gente se canso de viajar en el 37 en condiciones infrahumanas, y se canso de volver a sus casas con el rayo de sol en la frente, pero eso se había terminado, porque la noche en Lanús no era mas que un desecho de lo que fue, porque solo hay fantasmas y ya no hay risas, ni gente, ni calor por las calles, sacando alguna que otra fogata producida por manifestantes. El frío te petrifica el pecho, ¿por culpa de unos pocos, o por culpa de unos todos?. Lanús, ciudad fantasma, donde la noche entristece y deprime, menos a Jorgito, él volvió a ser feliz.